CASI CAMPEONES


No somos mejores hinchas Colo_Colo_2006___01olvidándonos de las caídas y recordando solo los triunfos. Esa final perdida el miércoles 13 de diciembre del 2006 forma parte de la gran e inmensa historia de Colo Colo, y ahí, con los ojos llenos de lágrimas, es cuando uno más se da cuenta de cuanto ama al equipo.

La fiesta estaba armada. Habíamos conseguido un buen resultado en la ida, teníamos confianza y las 70 mil almas del Estadio Nacional así lo reflejaron en la salida de Colo Colo a la cancha, que dejó a todo Sudamérica a la altura de un poroto. Fue el recibimiento, como ya lo sabemos, de un pueblo agradecido que nunca ha dejado de estarlo, y para muchos, una experiencia única haber estado ahí.

Baldassi pitó el inicio del encuentro, y todo Colo Colo se unió en una fraterna ilusión. Pachuca estuvo a punto de abrir la cuenta en los primeros minutos, cuando de entrada ya no nos quedaban uñas, sin embargo en un paréntesis de fútbol mágico, el Mati le dio un pase a lo crack a Alexis, para que le dejara la pelota a Suazo que remató con furia en el arco de Calero. Fue una locura, se desató la algarabía en el Estadio Nacional y las miles de almas que seguían a Colo Colo se ahogaron en un infinito grito de gol.

Pero sabemos que la historia no termina así, que las cosas se escribieron de otra manera. En el segundo tiempo Pachuca hizo dos cambios que terminaron siendo trascendentales y dieron vuelta el marcador. Colo Colo trató de generar el empate para ir a penales, pero no hubo caso. Nos desesperamos, Fierro se fue expulsado, Matías no aparecía… se nos posó una nube negra encima y fuimos incapaces de poner un paraguas.

Silente quedó el estadio ante los goles de Caballero y Giménez, no podíamos creer que se nos escapaba de las manos la oportunidad de volver a ver a Colo Colo en un podio internacional. Cuánto nos había costado, que gran equipo teníamos.. un equipo distinto, un equipo que fue y es columna vertebral de una selección. Pero qué sabíamos nosotros, si solo queríamos llorar y gritar.

Dado el pitazo final se escuchó por varios rincones del Nacional el himno más lindo del mundo, ese que llena de orgullo de Arica a Magallanes. Qué más podíamos hacer, si ya se había dejado todo en la cancha, si ya no había forma de retroceder el tiempo. Con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos no podíamos abandonar a aquellos que nos llenaron de ilusión, de buen fútbol, de orgullo. Dejaron bien puesto el nombre de Colo Colo, aun perdiendo la final.

Un sueño que se vio truncado, es cierto. Para muchos es difícil hasta hoy entender lo que pasó y quizás no les guste recordarlo. Solemos ampararnos en los triunfos y grandes victorias para reconocernos como un equipo grande, sin embargo como ya les decía, en momentos difíciles donde el corazón está apretado y las lágrimas se asoman, es cuando más grandes somos. «Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria» dijo una vez Jorge Luis Borges, y ese soñado Colo Colo del 2006 quizás le dio la razón.

Un abrazo fraterno a todos aquellos que lo vivieron, que lo escucharon, que lo sintieron y lo lloraron. A todos aquellos que no les da miedo y ni vergüenza; Colo Colo siempre será el equipo que ha sabido ser campeón y las experiencias malas también nos ayudan a crecer.