Es de conocimiento público y popular, con todo respeto, la existencia tanto de oportunistas, que se hacen pasar por hinchas mayormente conocidos por “Clasiqueros” cuya aparición en los estadios radica sólo en partidos de carácter connotativo como también es el caso de estos delincuentes disfrazados de hinchas , que sólo logran el disgusto y repudio de toda la hinchada popular. Ambos casos son considerados como situaciones endémicas que se viven en el Monumental. Es por esto, que en estas líneas me tomaré la atribución, como hincha y amante colocolina, de hablar un poco de estos “chistosos personajes”.
Cabe destacar, que se excluyen de ser clasiqueros, aquellos hinchas que por motivos de trabajo o de la vida misma, se les imposibilita ir, como por ejemplo aquel oficinista, que sin ir está escuchando la radio para saber de su equipo, o aquella persona que por tener algún problema de salud o está incapacitado, no puede hacerse presente, y sólo van cuando un familiar o amigo les entrega la posibilidad de asistir y disfrutan de esta como una oportunidad única.
Todos sabemos que, cuando el equipo empieza a realizar un buen campeonato, es típico que, partido a partido se llenan los asientos de nuestro templo, se visten más poleras blanco y negro, lienzos por doquier, banderas flamantes con gran acento, aglomeraciones de familias y amistades disfrutando lo sabroso y hermoso que significa ser del albo por supuesto.
Claro está que se transforma en un carnaval, todo el pueblo Colocolino contento y las noticias, periódicos, revistas y redes sociales abundan en elogios a nuestro querido cacique.
Sin embargo, tarde o temprano llega el momento en que Colocolo pasa por una mala temporada ( esto no significa necesariamente que se está pasando por una crisis), en donde el hincha se hace presente, y por ende está en su derecho y obligación de hacer ruido cantando con más fuerza, gritando ¡Vamos Albos!, o simplemente quedarse hasta el último momento, minuto, segundo, aunque esto signifique tener que o simplemente quedarse hasta el último momento, minuto, segundo, aunque esto signifique tener que observar con dolor la forma en que juegan, ver que están con rabia e impotencia, cabizbajos por alguna derrota, pese a que uno por dentro se diga que Colocolo se pierde y derrocha oportunidades, con un planteamiento y estrategia mediocres, pese a que tengas ganas de bajar y decirles: “Que cresta están haciendo”… Siempre hay que cantar ese himno al final del partido, aunque sea con pena y frustración. Quedarse hasta el final es de valientes, es de un hincha verdadero.
Como no siempre es así, en cada partido de denominación “importante” participan estos personajes oportunistas que van a calentar los asientos, dejando de esta forma muchas veces al “verdadero hincha” sin entradas, sólo para ver como el albo gana, y cuando esto ocurre, hacen correr la voz de que fueron al estadio a verlo “campeonar”, cantan con gozo ese himno único tanto al principio como al final de estos partidos, selfies y fotos por aquí y por allá, y por lo general, se sienten “orgullosos” de esta institución y de ser sobre todo Colocolino. Y en el caso de estos “flaites” van siempre que puedan hacer su presentación de circo.
Reacción muy diferente resulta cuando estos oportunistas y delincuentes (muy chistosos ellos) que ya les comentaba, observan un mal marcador, un colocolo totalmente desviado o una temporada baja para el plantel, existen dos tipos de manifestaciones que los reflejan como tal : por una parte el “clasiquero” que empieza primero insultando a más no poder a cada jugador y al técnico, trata de irse lo antes posible del estadio, frustrado totalmente, casi 30 minutos antes que termine el partido ya está yéndose, es más, éstos son los primeros en pedir la salida de un técnico y de jugadores. Y por otra parte, está el querido delincuente disfrazado de hincha, quienes solo están dedicados a causar desmanes, formar violencia y libre albedrío, que no solo con ver un mal marcador actúan como payasos en su circo, hacen lo que quieren, y como se ha visto se suben a las rejas como si fueran unos simios de zoológico, precipitan especies de diferentes tamaños y formas a la cancha, sin importar que el equipo que está jugando es Colocolo, el amor de nuestros amores. Su único objetivo es destruir el estadio y también simultáneamente logran perder lo bonito de disfrutar un partido de fútbol del cacique. Su único argumento para realizar dichos actos vandálicos generalmente corresponden a su única forma de manifestarse y mostrarse (ya no les creemos nada)
Con estos hechos, tanto de los clasiqueros como de estos simios, se pierde totalmente el sentido de ser un hincha verdadero, el que alienta en las buenas y en las malas los 90 minutos del partido, y que pese a ver un resultado malo o ver a un plantel cansado y sin mayor remedio, sigue allí diciéndole al equipo Vamos Cacique, que somos el eterno campeón. Ya no se puede ir a ver un partido tranquilo al estadio porque participan estos chistosos personajes, que solo se acuerdan de Colocolo cuando se obtienen resultados positivos.
Por todo lo anterior, quiero concluir, que ser hincha de un equipo comúnmente, es una responsabilidad como también una hermosa pasión. Se trata de ser seguidor de un equipo al cuál amas, que al caer tú estás ahí para alentarlo, que cuando se levanta, estás ahí para sentirte orgulloso y feliz porque fuiste parte de su caída y eres parte de su nuevo triunfo. Pero que hermoso sentimiento! Ver como se logran cada gol y celebrarlo con el alma, creerse DT en las galerías dando instrucciones que solo lo escuchan los hinchas que se rodean de ti. Cantar con el alma cada cántico del popular y sentirlo en el corazón. Si es un amor como cualquier amor de pareja, y eso pocos lo entienden.
Sólo digo que, si quieres ser hincha, debes lidiar con todo esto, debes ser valiente y fuerte, lleno de pasión por dentro. Si no puedes con toda esta presión te invito a apagar el televisor, no escuchar las radios deportivas y tampoco a ir al estadio, ya que gente así, que vive de copas y sólo de triunfos hay para regodearse.
Los verdaderos hinchas, estaremos en las buenas en las malas y en las peores. Ganes o pierdas campeón, tu hinchada loca jamás te abandona, porque Colocolino se es todo el año.