EL CONTRAGOLPE DE SUAZO
La semana pasada escribí para este mismo medio una columna que hablaba del incidente de Humberto Suazo y su posterior salida de Colo-Colo. En esa columna critiqué a Suazo por sus actitudes y su falta de respeto al cuerpo técnico. Algunos de los comentarios que generó esa publicación hacían referencia a que faltaba la versión del jugador, ya que solo se había escuchado la versión oficial de parte del club, la que decía que había sido desvinculado por faltas de respeto al cuerpo técnico y por negarse a asistir a una reunión con José Luis Sierra, el Director Técnico y, para el caso, jefe directo del futbolista.
Por Samuel Lorca Follow @xamwel
Pues bien, en el transcurso de esta semana Humberto Suazo rompió su silencio y conto su versión de los hechos. Versión que no hace más que confirmar el pronunciamiento oficial. Efectivamente el delantero le faltó el respeto a un integrante del cuerpo técnico, específicamente a Pedro Reyes, y efectivamente se negó a reunirse con los mismos cuando fue citado posteriormente. La única diferencia entre las versiones dadas por ambas partes es la visión de uno y otro para el mismo tema, lo que para el club es inaceptable, para Suazo no es tan grave.
Desmenuzando las declaraciones de Suazo, podemos darnos cuenta de lo especial que es su visión de las cosas. Citaré lo que, a mi criterio, fue lo más relevante de sus declaraciones:
«…a Reyes le dije ‘Son unos cagones’. En ningún momento fue con el ‘Coto’… No asimilo lo que pasó realmente, porque el insulto no fue tan grave como para que se tomaran estas decisiones apresuradas».
Lo primero a destacar es que para Suazo, el hecho de insultar a un integrante del cuerpo técnico no es un hecho tan grave. Y queda la interrogante de qué cosa sí consideraría grave Humberto según ese criterio. En cualquier parte del mundo fútbol, en cualquier club que se precie de serio, la decisión hubiese sido exactamente la misma que tomo Colo-Colo en este caso. Creer que, por tener un nombre o destacar en algo, se está por sobre los demás o que ello te da derecho a tratar a quien sea como se te venga en gana es sencillamente deplorable. Va contra toda regla de convivencia.
«…no pensaba otra vez salir, pero cuando vi, dije: ‘Otra vez me toca, otra vez el hueón, otra vez salir’. Pero salí enojado como en todos los partidos, porque si uno no sale enojado, es porque te da lo mismo. Después se ve la imagen: nunca miré al Coto, llegué y me senté enojado, obviamente. Después las palabras que le dije: ‘¿Qué mirái hueón, te debo algo?’’.
Se puede entender la calentura del momento pero ello no justifica ni su actitud ni su prepotencia. Aun así, si lo ponemos en el contexto del partido, lo que se echa de menos es alguna autocritica del jugador. Suazo estaba haciendo un pésimo partido (al igual que todo el equipo) y no era el primero de ese tipo desde su vuelta. ¿En serio no se dio cuenta de lo mal que jugaba?
«Voy llegando y el profe (Marcelo) Canessa me estaba esperando. Me dice: «El Coto necesita hablar contigo». Le dije «no, no, no quiero hablar, no tengo por qué hablar con él.” Eso fue todo. Después me estaba vistiendo y llega el profe Canessa, diciendo que el Coto había dicho que no bajara a entrenar. Me tomó de sorpresa, porque como que me lo dijo por la espalda.
Este hecho retrata al ‘crack’ de cuerpo entero. Y es tanto o más grave que el insulto. Con una pose de divo simplemente indigerible, se niega a reunirse con el mismo cuerpo técnico que ofendió, cuando estos lo citan para aclarar el tema. Y para peor, luego se declara sorprendido cuando le comunicaron que no se presentara a entrenar. ¿Y qué esperaba si cuando lo llamaron no fue? ¡¿Que le rogaran?! ¿Qué por ser él quien es, se la dejaran pasar? ¿Que los técnicos le pidieran una disculpa por haber tenido el atrevimiento de cambiarlo? Y esta vez no sirve el argumento de la ‘calentura del momento’. Prudentemente el cuerpo técnico le dio tiempo a que se calmara antes de citarlo a conversar.
«Ellos lo hicieron para no pagarme más el contrato. Porque para despedirme por no hablar con el entrenador o por decir que son unos cagones, pasaron cosas peores, han pasado cosas peores en el fútbol… Nada, me pillaron volando bajo y no quisieron pagar el contrato que tenía con el club».
No soy partidario de meterme en el bolsillo de los jugadores, ellos cobran lo que los clubes aceptan pagarles. Pero es tremendamente pobre el argumento. Humberto en el equipo del Coto era titular (y el mejor pagado). Luego de los insultos (que bastaban para desvincularlo) lo esperaron a que se calmara. Si querían echarlo ¿para qué esperar? Su proceder no le dejo alternativas ni a Sierra (quien de tolerar esta clase de actitudes corría el riesgo de perder el manejo de su camarín) ni a la dirigencia. Y justificar sus acciones con un “han pasado cosas peores”, es casi de niño pre-escolar taimado.
«De haber sabido que me iban a despedir, iba a la reunión… Aparte, ¿por decir que eran unos cagones? Por eso estoy súper tranquilo, hice lo correcto. Ellos estaban esperando que pasara algo pequeñito. No me arrepiento de nada de lo que dije y es lamentable. Yo siendo colocolino toda mi vida, de chiquitito yendo al estadio, y salir de esa manera, fue injusto».
Cuesta creer que estas alturas de su vida Suazo aún no sepa medir las consecuencias de sus actos. Y para empeorar la situación, y sin un dejo de autocrítica ya pasada más de una semana de los hechos, aun piensa que insultar a Reyes y rehusarse a hablar con Sierra fue lo correcto. De hecho declara no arrepentirse de sus actos. ¿Puede la gloria hacerle tanto daño a una persona? Incluso llegó a mandarse una frase para la galería, cosa que justamente le alabé en la columna de la semana anterior porque nunca necesitó hacerlo. Hasta ahora.
«…me hicieron algo muy feo. Entre todos me hicieron algo muy feo. Es lo que más me duele (…) Lo peor que me hicieron en el fútbol, pero estoy tranquilo. No fue la manera adecuada de despedir a un jugador, más por la carrera que había hecho en el fútbol».
Lamentablemente esto que Suazo acusa que le hicieron, se lo hizo él mismo. Con su postura de superioridad, de divo. Los insultos, la falta de autocrítica, las desobediencias (de las que se supo en México eran habituales), y por sobretodo, la falta enorme de humildad, esa soberbia que no le deja ver sus errores.
No ha sido mi idea hacer leña del árbol caído. Tampoco pontificar sobre cómo debe comportarse el futbolista. Simplemente no termino de entender cómo ese jugador que tanto veneré llegó a tener esta clase de comportamiento.
La semana pasada terminé mi columna con un pensamiento en el que voy a insistir: quiero recordar a ‘Chupete’ por lo mucho que nos dejó en la cancha.
Porque, tristemente, fuera de ella el ídolo se ha perdido.
SAMUEL LORCA M.
sammael @xamwel