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El dinero mueve personas. Mueve masas. Mueve al mundo. Y uno de los lugares donde mejor podemos ver este movimiento es en el fútbol.
Millones de dólares diarios entran y salen de las arcas de los equipos más grandes de Sudamérica, y si nos vamos a Europa, a la gran mayoría de los clubes de primera división. ¿Por qué resulta relevante mencionar esto? Porque el dinero no sólo mueve al fútbol como un sistema, sino que también moviliza a aquellos que le dan vida: a los futbolistas.
En un fútbol como el chileno, la frase “el club de mis amores” evoca un arraigo emocional tremendamente relevante. Los jugadores, desde muy pequeños, se identificaban con un color y lo defendían a muerte. Existía una suerte de conexión invisible que unía al jugador con su club más allá de cualquier cosa.
Antiguamente, el hecho de pertenecer o haber pertenecido a un club pesaba mucho porque la mayoría de las veces eso representaba un sueño cumplido y una meta permanente para muchos: representar al club de sus amores.
Hoy eso ha ido desapareciendo cada vez más. Ya es común ver a jugadores que pasan por los equipos archirrivales sin evidenciar realmente lo que significa eso. Antes raramente se hacía, y cuando pasaba el jugador se convertía en el foco de insultos de muchos.
Hoy en día donde pagan más se juega. De la U a Colo-Colo, de la UC a la U, de Everton a Wanderers y así sucesivamente. Casos hay de sobra como para ir nombrándolos uno a uno.
Ustedes pueden estar en desacuerdo conmigo sobre esto. Pueden decirme que el fútbol para muchos es un trabajo y que claramente el dinero es un factor determinante a la hora de tomar decisiones con respecto a dónde jugar. Pueden incluso tratarme de ingenuo. Tal vez lo soy.
Yo pienso diferente. Creo que hay que volver a las raíces, donde el futbol se jugaba por pasión, porque era (y es) un juego, no porque es un trabajo. El dinero y la fama que ciertamente vienen aparejados con él (dadas ciertas cuotas de talento, claro) deberían ser cosas que se dan y no lo principal. Lo que sí debería predominar siempre es el amor a la camiseta de la que uno se enamora siendo muy pequeño, o más bien, el amor a este deporte llamado fútbol.
Foto Gentileza de www.colocolodetodos.cl