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Era tan fácil poder salir airoso de todo esto, haber cerrado decentemente este asunto que llega a ser nefasto ver todo el laberinto que Sampaoli construyó con el correr de los días, todo por la falta de lo anterior, un poco de decencia.
Por Patricio Vásquez
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Hace unos días hice un descargo donde daba a entender lo mal que se manejó el fútbol chileno en los últimos años, en específico la relación de Sampaoli con Jadue. Con el correr de las horas y con nuevos hechos que siguen poniendo en duda la calidad de persona que es el ya «ex» entrenador de la selección chileno me dejó picando, como una pelota en el área lista para rematar a gol, la posibilidad de hacer una segunda parte.
Ayer Jorge Sampaoli tuvo la posibilidad de poder salir con un poco de decoro del fútbol chileno (en la medida de lo posible) tras la extensa reunión que tuvo con el directorio de la ANFP liderada por Arturo Salah. El trato era inmejorable, bajar la mitad de la cláusula de salida (de 6 a 3 millones de dólares) y con la posibilidad (casi amabilidad) de que el argentino la pagará en cuotas.
La cosa era sencilla, irse ahora, darle margen de tiempo al fútbol chileno de encontrar un entrenador a 45 días de los duelos con Argentina y Venezuela en las eliminatorias (si es que se considera tiempo) y dar por cerrado este vergonzoso episodio en la historia del nuestro balompié. Mal que mal ofertas al tercer mejor entrenador del mundo y actual campeón de la Copa América no le iban a faltar, y no precisamente del Tricolores de Paine (mi más sincera disculpa a la gente de Paine), sino de la élite del fútbol mundial. Hasta en una de esas le pagaban al contado lo que le correspondía de cláusula para que el argentino no tuviese que gastar un solo peso, cosa que nos hemos dado cuenta con los hechos que es de vital importancia para Don Sampa.
Ahora bien, como ha sido la tónica en estos días el casildense ha tomado una postura matona, ordinaria y que roza lo ilegal. Se tomó prácticamente Juan Pinto Durán, donde marca tarjeta y «legalmente» realiza sus funciones laborales (nadie te dice que no dedica horas a ver teleseries turcas o jugar Play Station) mientras que a los cuatro vientos grita que en estas condiciones no sigue siendo entrenador de la selección chilena. Todo esto para evitar renunciar y con eso pagar la clausula del contrato que el mismo firmó hace un mes y a la vez coartando la posibilidad de que la ANFP pueda buscar a un entrenador que tome al equipo ya que aún tiene contrato vigente. Además seamos francos, entrenadores con un mínimo de profesionalismo no van a tomar un equipo con un entrenador vigente, es como si después del divorcio la señora no puede llevar una pareja a su casa porque su ex marido no quiere irse.
Es bien sencillo el asunto: o lo echan y le pagan toda la cláusula para sacarlo de la selección y así contratar a alguien más o el panorama que se viene para el 21 de marzo cuando Chile reciba a Argentina en el Estadio Nacional es a lo menos sombrío con un entrenador que está, pero que a la vez no está.
¿Recuerdan cuando hace unos días Sampaoli declaró que era un rehén en toda esta historia? Bueno, adivinen quien tiene de rehén al fútbol chileno ahora. No creo que Bielsa apruebe esto, pero bueno, creo que hace rato nos dimos cuenta que Sampaoli no es Bielsa.
Era tan fácil poder salir airoso de todo esto, haber cerrado decentemente este asunto que llega a ser ‘penca’ ver todo el laberinto que Sampaoli construyó con el correr de los días, todo por la falta de lo anterior, un poco de decencia.
Ya paremos de creer que las razones de la emotividad que tanto declara Sampaoli son las reales en todo este escándalo. Es todo dinero, simplemente dinero. La avaricia del argentino de no querer perder pan ni pedazo hacen que tenga al fútbol chileno entre la espada y la pared. Acá el entrenador tiene todas las de perder en un juicio legal, pero el problema es que eso será en tres años más cuando haya una resolución. Ahora, en lo inmediato, tiene un activo inigualable, el tiempo. El fútbol chileno necesita a alguien para lo que viene en la selección. Si él no quiere seguir y no renuncia hay que echarlo y con eso pagarle la cláusula. Es una negociación casi con la pistola en la mesa. Hay algo que Sampaoli aprendió de Jadue.