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Había una vez un ave de colores muy llamativos y alas muy grandes que de cuando en cuando le gustaba cambiar de hogar. Había estado viviendo en árboles pequeños y árboles medianos sin mucho éxito, pues no se acostumbraba a ellos. Un día, casi sin pensarlo, llegó a vivir en el árbol más grande todo el bosque. Estaban todos sorprendidos, pues nadie imaginaba que Paulo, el pajarito nuevo, iba a llegar ahí.
Sus compañeros de hogar lo recibieron muy bien. A Paulo lo que más le gustaba era vivir en las ramas mas altas de los árboles, porque desde ahí podía ver mejor el cielo y volar mucho más alto. Sin embargo, en su nuevo hogar, eso no iba a ser posible. Las ramas más altas ya estaban ocupadas por otros pájaros que se habían ganado ese lugar con mucha paciencia.
Paulo había tenido una vida muy complicada y había tenido que aprender a ser muy paciente. Muchos otros pájaros se habían empeñado en atacarlo; le decían que jamás llegaría a las ramas más altas e incluso que no sabía volar.
Un día, la rama máaaaas alta del árbol se desocupó, y el elegido para ocuparla adivinen quién fue. Paulo estaba muy feliz, porque por fin tenía la oportunidad de demostrarle a todos cuan alto podía volar y lo bien que lo hacía! Comenzó a hacerlo con mucha humildad y se ganó el respeto de todos sus compañeros. No tardaron mucho los demás pajaritos en elogiar lo bien que volaba.
Lamentablemente, esa felicidad no duró mucho. En uno de sus grandes vuelos Paulo se cayó y una de sus alas se rompió. Nadie lo podía creer y sus compañeros estaban muy tristes, pues sabían cuánto había esperado él por estar allá arriba en la cima.
Pasaron los días y comenzó a ocurrir algo que nunca antes se había visto: las plumas de Paulo comenzaron a salirse de su cuerpo y unas nuevas aparecían a la vez. ¡TODOS ESTABAN ASOMBRADOS! Un ala nueva y mucho mas fuerte nació de su cuerpo con colores mucho mas bellos. Pacientemente, Paulo esperó que estuviera completamente renovado para pedir otra oportunidad para volar.
Así fue como un día, después de un largo tiempo, Paulo volvió de la mano de todos sus amigos a la rama más alta del árbol. Tenía miedo, porque no sabía si podría volar tan bien como lo había hecho antes..pero quería intentarlo. Todos estaban tras de él apoyándolo y dándole buenas vibras.
¡COMO UN AVE FÉNIX, PAULO SALTÓ DE LA RAMA MÁS ALTA Y VOLÓ POR TODOS LOS CIELOS DESPLEGANDO SUS GRANDES ALAS MIENTRAS TODOS APLAUDÍAN SU REGRESO!
-Nunca se rindan, amigos. Los sueños siempre se pueden volver a hacer realidad-, le dijo a sus compañeros muy feliz después de su nuevo vuelo.