Cuando niño tenía un sueño ser como un jugador que celebraba los goles a saltitos, hoy de grande espero imitarlo como persona.
Por Nicolás Reyes Follow @chavoreyes_
Corría el año 2005, yo tenía 12 años y como todo niño tenía el sueño de ser futbolista. Cuando se organizaban las pichangas cerca de mi casa, todos elegían un jugador para representar en esos estadios, donde los arcos eran dos piedras y la pelota salía cuando pasaba la cuneta, todos elegían a su ídolo de la época y al momento de elegir mi elección era casi siempre la misma yo era Héctor Tapia, por lo que cada vez que comenzaba el partido y me anotaba hacer un gol (jugaba de lauchero solo por eso) mi celebración era la misma, un salto empuñando mi mano al igual como yo veía lo hacía a quien yo admiraba.
Pasaron los años y mi sueño de ser futbolista se frustro, pero quedo siempre el recuerdo de esos días de infancia jugando hasta tarde en la calle sin otra preocupación.
Cuando anunciaron a Tapia como DT, era una gran expectación ver como trabajaría y haría las cosas uno de lo que reconocidamente fue mi ídolo, reconozco que en ocasiones fui critico de sus decisiones, quizás porque aún quedaba dentro de mi esa exigencia de querer que tu referente haga todo a la perfección. Pero jamás olvidare ese abrazo que nos dimos con mi papá, llorando ambos de emoción, cuando bajamos la estrella 30, cada gol que grite en un clásico o cada triunfo, todo eso gracias al trabajo de Tito y compañía.
Hoy Héctor se fue de la banca pero dejando muy en claro sus razones, es él quién decide con quién trabaja, defendiendo a su equipo ante todo. Las probabilidades de que Tapia lea este escrito son bajísimas, pero si en algún momento lo llegase a leer solo quiero agradecerte por cada hora de tu vida que le diste a Colo-Colo, por la 30, por tu ejemplo de valor. Hoy yo ya tengo 22 años y podrá sonar algo patudo, pero cuando sea más grande, al igual que cuando era niño, quiero ser como tú, hacer respetar a mi gente, ser leal e ir siempre por el camino de la verdad.