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Qué pena, Chupete.
Hoy alguien muy cercano me preguntó: «¿Se te pasó la pena?». Mi respuesta inmediata fue decir que no tenía pena. Pero sí, la tengo.
Me da pena que mi equipo salga en el diario por razones que no corresponden. Me da pena (y harta rabia, además) que este tipo de conflictos abran la puerta para que todos hablen mal del equipo. Me enfurece que, inevitablemente, nuestros futbolistas distraigan su mirada en cosas que no tienen nada que ver con lo que realmente nos convoca: el fútbol. Puro, sin complicaciones.
Pero el fútbol hoy ha perdido su pureza, y ciertamente se ha llenado de complicaciones. Tanto así que no sé a quién creerle.
¿Será verdad que Chupete le faltó el respeto al cuerpo técnico?
¿Será cierto que Chupete venía peleado con gran parte del plantel?
¿Y si, en una de esas, existió de verdad un desencuentro con el cuerpo técnico y Blanco y Negro encontró la excusa perfecta para despedir al jugador más caro de su plantilla sin pagarle un peso?
¿Habrá Sierra estado de acuerdo con echarlo? ¿Y los dirigentes?
¿Qué puede decir Suazo de todo esto?
Claramente hubo un conflicto. El punto es que nunca sabremos cómo éste se manejó. De todas las teorías que propongo, hay una que me duele más que cualquiera, pero que puedo defender sin dudar.
Si Suazo realmente hizo lo que dicen, con el dolor del alma, está bien echado. Desde mi lógica de profesora, no se le falta el respeto a la autoridad. En eso NO hay vuelta. Lo lamento por él, porque es un jugador históricamente importante, que cuenta con el cariño de todos los que alguna vez lo vimos jugar, pero la sanción corresponde. Sobretodo si varias horas después no fue capaz de reconocer sus faltas y pedir perdón. Es un adulto y debe comportarse a la altura.
Qué pena. No podemos poner en la misma balanza el cariño y agradecimiento que le tenemos a Chupete por todo lo que le entregó al club contra la gravedad (o no) de su falta. Nuestro cariño seguirá, a pesar de los errores o el paso de tiempo. Pero cada acción tiene una consecuencia, y Chupete debe asumir la suya.
Asi nos duela el alma, creo que se hizo lo correcto.
