EL GLADIADOR

Había una vez un joven nacido con sangre guerrera al que sus padres llamaron Esteban. Desde muy pequeño comenzó a mostrar sus habilidades para la lucha, y su sueño era pelear contra una gran fiera como lo hacían los grandes gladiadores de la antigua roma.

La primera vez que fue llamado a batallar en el gran Coliseo, no tuvo éxito. A pesar de que su entrenador confiaba mucho en él, no logró demostrar todo lo que había aprendido, así que decidió entrenarse a sí mismo en los lugares más inhóspitos del planeta.

Así pasaron los años y Esteban se sentía preparado para volver a la lucha. Fue llamado nuevamente desde el gran Coliseo, el lugar donde era posible que un pequeño guerrero se convirtiera en gigante.

El gran día llegó; confiado en que iba a demostrar todo lo que había practicado, Esteban estaba listo para enfrentar al león. El Coliseo estaba repleto, más de cuarenta mil almas habían llegado a ver la contienda. Pasaban los minutos y la pelea se ponía difícil, pues nadie quería ceder. Sorpresivamente, Esteban atacó con coraje al león dándole un golpe certero que lo dejó moribundo.

De pie, más de cuarenta mil personas aplaudieron y corearon su nombre. Al joven guerrero se le vinieron a la mente todos los malos momentos que tuvo que pasar para poder ganar la batalla. Finalmente, se había convertido en un gran gladiador, reconocido y respetado por todo el pueblo.

ESTEBANEsteban hasta el día de hoy sigue demostrando en cada lucha que es el
gladiador valiente, fuerte y grande que siempre supo que era. Le demostró al mundo y a si mismo que no importa cuanto haya que esperar para triunfar, lo importante es nunca rendirse.