IDOLOS QUE YO VI | Lizardo “Chano” Garrido.

Roberto Quintana Ramírez

Por Guillermo Castro.

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Cuenta la leyenda que a mediados de los años 60, en las calles de la población Lo Franco de Quinta Normal, era común ver a un niño de notable delgadez y siempre con una pelota bajo el brazo. En las polvorientas calles del barrio, y siempre pateando una pelota, incluso en horarios en el que los demás niños estaban en clases, se comenzó a forjar la historia de uno de los jugadores más identificados con la camiseta de Colo Colo, un ídolo para la hinchada alba y uno de los mejores defensas centrales que se haya visto en canchas chilenas.

Es que el mismo “flaco” siempre ha afirmado que nunca dejó pasar la oportunidad de jugar una pichanga, incluso si eso significaba perderse un par de horas o días de clases. Fue esa misma pasión por “la de cuero” la que lo llevó a probar suerte en las inferiores del “popular”, camiseta que siempre soñó vestir. Sin embargo su debut se produjo lejos de los pastos del Nacional, sino que en la ciudad de San Fernando, vistiendo la camiseta de Deportes Colchagua, en la segunda división, donde fue mandado a préstamo para sumar minutos. Empezaba así una carrera en la cual tuvo que pasar por Los Andes para jugar por el Trasandino y volver a Colchagua en San Fernando, para finalmente hacer su debut en el equipo de sus amores.  La temporada de 1980 marcó el inicio del idilio entre los hinchas albos y el “Chano”, calzándose la camiseta de titula y deslumbrando con su nivel de juego en la zaga del “Cacique”.

Su extrema delgadez, su tradicional cabellera y una elegancia, inspirada en el mismo Elías Figueroa, se transformaron en el sello característico del Flaco, y un elemento distintivo para la hinchada, que empezó a ver como el pequeño, humilde y delgado muchacho de Lo Franco se transformaba en el patrón de la zaga de Colo Colo.

La carrera del “Chano” Garrido siempre fue brillante, incluyendo 10 años defendiendo la camiseta de la Selección Chilena, seis títulos nacionales, tres copa Polla Gol, dos copas Digeder, una copa Chile, una Copa Libertadores de America, una Recopa Sudamericana y una copa Interamericana, además de haber jugado el mundial del año 1982.

Identificado completamente con la camiseta blanca, el año 1991 coronó una carrera brillante, levantando “La Libertadores”, el título más importante ganado alguna vez por un equipo chileno. Encontrar un defensa con las características del “Flaco” hoy en día resulta una tarea imposible, en el súper tecnologizado futbol de hoy, donde el “biotipo” parece ser más importante que la picardía. El “Chano” nunca necesitó ocupar el cuerpo para ganar un balón dividido, porque sus cualidades eran otras. Hacía gala de un sello particular. Solvente y pulcro a partes iguales. Rápido y con una maña bien entendida. Impasable en el mano a mano, pero elegante para salir jugando.

Habiendo conseguido todo lo que podía conseguir en Chile, probo suerte en el Santos Laguna de México, donde pese a ser subcampeón en la temporada de 1993, la hinchada nunca lo aceptó y no obtuvo el reconocimiento que merecía uno de los más grandes defensas centrales que ha tenido el país. Su alejamiento del Futbol se dio igual que su llegada, sin aspavientos ni grandes fiestas. Simplemente colgó los botines.

Seguramente al volver la vista atrás de su carrera, y recorrer la galería de trofeos obtenidos durante su vida en el futbol, encontró, al final de esa galería imaginaria, los ojos de un esmirriado chiquillo que, pateando una vieja pelota de futbol por las polvorientas calles de la población Lo Franco, soñaba con ser campeón con Colo Colo.

Lizardo Chano Garrido. Un Idolo que yo ví.