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Érase una vez, en un colegio en la comuna de Macul, un curso de 23 alumnos que estaba muy preocupado por el fin de semestre, ya que si bien habían tenido un comienzo espectacular con las mejores notas del país, poco a poco fueron bajando su rendimiento.
Todos los años el curso competía con alumnos de todo el país de diferentes colegios por ser los mejores, pues quienes ganaban obtenían increíbles premios y el reconocimiento de todos sus pares.
Esta vez, el triunfo para los alumnos del Colegio Monumental estaba complicado. Durante toda su historia la institución había ganado el premio 30 veces, superando ampliamente a cualquier otro colegio del país. Sin duda, eran muy populares y con sangre de campeones. Muchos niños de todo el mundo soñaban con estudiar ahí y demostrar ser los mejores, pero pocos eran los elegidos.
Este año los pupilos habían comenzado la competencia liderando el rendimiento académico con notas realmente sobresaliente. El tío Coto, como le decían de cariño al profesor jefe, los hacía estudiar arduamente todos los días para que fueran los mejores para así ganar el premio que tanto soñaban. Sin embargo, algo muy malo pasó a mitad del camino: tuvieron que despedir a uno de los mejores compañeros que había tenido… el gran Humberto.
Él había sido uno de los mejores alumnos del colegio, del país e incluso del continente. Lamentablemente, se tuvo que ir del curso y sus compañeros sufrieron la partida que se vio reflejada en las malas notas que de a poco comenzaron a sacar.
Sin mucho tiempo para reponerse de la dura partida, todos los pupilos se pusieron de cabeza a trabajar en el fin de semestre. Ya quedaba muy poco, y si bien tenían la oportunidad de ganar el premio, había otros colegios que se estaban esforzando mucho para lograr el mismo objetivo y estaban a punto de superarlos en las notas.
Solo quedaban dos pruebas para terminar el año, solo dos pruebas que tenían que dar los alumnos y donde estaban obligados a sacar nota 7.0, pues cualquier otro resultado podía dejarlos en segundo o tercer lugar de la competencia. El profe Coto y sus pupilos tenían las ultimas oportunidades de demostrar que el esfuerzo y trabajo de todo el semestre había valido la pena.
CONTINUARÁ..