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Érase una vez, en una selva sudamericana, dos bandos que competían por la soberanía del territorio. Por un lado se encontraba el León, quien junto a sus amigos llevaban años luchando por imponerse sobre la siempre fuerte y grande garra de la Pantera, la que llevaba ya mucho tiempo dominando a toda la larga y angosta selva.
Desde hace mucho tiempo el León estaba preparando un ataque decisivo con el cual pensaba que podía, de una vez por todas, derrotar a la Pantera. Se habían preparado durante meses para el gran ataque y sentían que nada les podía fallar, hasta que llegó el gran día de la pelea anual. En los alrededores de la selva se habían reunido todos los animales expectantes de lo que podía ocurrir, pues aquí se decidiría quien dominaría la selva durante todo el año que venía, hasta una próxima pelea.
Y ahí estaban, frente a fr
ente, con una mirada desafiante cada uno. El León fue el primero en atacar, con movimientos muy rápidos y certeros. El público comentaba entre murmullos, que la Pantera no era la misma y se veía muy desanimada. Sin embargo lo que ellos no sabían, es que este fuerte y grande felino estaba muy muy enfermo pero no había querido dejar peleando solos a sus compañeros.
Repentinamente, la Pantera sucumbió ante el dolor y comenzó a vomitar. Ese momento marcó un antes y un después, ya que con todo el aliento del público que expectante veía lo enferma que ella estaba, se pudo recuperar de manera muy rápida y decidió comenzar a devolverle los ataques al León. Lo dejaron a él y a todo sus compañeros en el suelo sin ninguna posibilidad de recuperarse. Cabizbajos tuvieron que retirarse del terreno de pelea amargados por haber perdido una vez más la batalla ante la Pantera.
Y asi fue como una vez mas, la Pantera defendió su territorio con empuje y coraje, como solo ella y sus compañeros lo saben hacer..
