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Este 9 de febrero, se celebra la fecha en que se cumplió el sueño de muchos colocolinos, pues debutaba en nuestro club el más grande 9 de la historia del fútbol chileno, cumpliendo la promesa que le había hecho a su padre. El inmenso Iván “Bam-Bam” Zamorano vestía, al fin, la camiseta del Cacique.
Por eso, hoy daremos tributo al número 9 en la historia alba.
Todos recordamos que el oriundo de Maipú vistió, a lo largo de su carrera, el dorsal 9 en su espalda; llevando el nombre de Chile a otras latitudes. Sólo hubo un par de excepciones donde no llevó este número; como su debut en la Selección Nacional (usó el 16) o el mediáticamente celebrado 1+8, que debió usar en el Inter de Milán, ya que el 9 lo usaba el “Fenómeno” Ronaldo; quién, paradójicamente, vivió la cara inversa de la moneda cuando años más tarde, al ser traspasado del Real Madrid al Milan, decidió vestir con el 99 en la espalda, ya que el 9 era posesión por ese entonces de otra leyenda: el “Pipo” Inzaghi.
El estreno de “Bam-Bam” ocurrió el 9 de febrero del 2003, en el que un Monumental repleto fue testigo de la promesa cumplida, y de los dos primeros goles de Zamorano con nuestra camiseta, en un partido sencillamente extraordinario. 6 a 4 superó el Popular a un gran equipo de Audax Italiano, que contaba entre sus filas con el “Bichi” Borghi, y otro 9 histórico, Salvador Cabañas, quien anotó los cuatro tantos de “los verdes de La Florida”.
Ser el 9 de Colo-Colo siempre ha sido de un peso tremendo para el jugador que viste esa camiseta, o use esa posición. Pocos han triunfado con ese rótulo. Previo a los años ’90, era más probable encontrar grandes actuaciones de un “centro-delantero”, pues ya sea en la formación con 5, predilecta hasta los años ’60, o con 3 delanteros, instaurada por el “Fútbol total” en los ‘70, la necesidad de un “9 de área” era lógica. En estas épocas, podemos encontrar clásicos 9; desde Subiabre, antes del profesionalismo, y Carvallo, en el inicio de éste; pasando por Domínguez, goleador en el invicto del ’41, Luis Hernán Álvarez, goleador histórico del ’63, hasta llegar al mítico Carlos Caszely, múltiple goleador durante las décadas ’70 y ’80. (Dejo abierta la discusión si “El Chino” era realmente un 9 o no. Jugó en todas las posiciones de la delantera, para ser justos).
Perderíamos esta figura del “9 de área” en los años ’90, con la llegada de las grandes duplas de delanteros (como ejemplo, los “Za-Sá” o los “Ro-Ró”); los últimos 9 previos a esa época fueron Rubén Martínez y Dabrowski, con distintas trayectorias. El primero sería tri-goleador del Campeonato Nacional, y Ricardo Mariano tendría en la Libertadores del ’91 su máximo aporte goleador.
Como en toda regla debe haber una excepción, Ivo Basay re-encarnaría, en el Colo-Colo de Benítez, el espíritu del 9 puro (con dorsal 9 incluido), siendo la punta de lanza de uno de los planteles más exitosos de la historia del Cacique.
El retorno de Zamorano en el nuevo milenio, marca definitivamente la vuelta de los grandes 9 de área. Junto con la explosión de las formaciones 4-3-3 en la última década, hemos sido testigos delos tres últimos grandes 9: Humberto “Chupete” Suazo, Lucas Barrios y Esteban Paredes. Los dos primeros, goleadores mundiales jugando por Colo-Colo, y el tercero, último goleador del Cacique, mutando su posición de “media-punta”, para convertirse en “centro-delantero” en la actualidad.
Extrañamente, ningún ídolo albo nació un día 9 del mes. En serio, ninguno (reto al lector a encontrar alguno). Esta extraña ausencia la leo como un signo premonitorio de los tiempos que vivimos hoy en Colo-Colo. En unas semanas donde los buenos delanteros son escasos, y los goles son exiguos; que la mística de los jugadores nombrados en esta columna, inspire a jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas; y nos recuerde que al Popular se viene a ganar. Y se gana…con goles.
Por Juan Andrés Estay