Ricardo «El Polaco» Dabrowski

Era pleno invierno en Santiago, el frío calaba los huesos como suele hacerlo en esta larga y angosta faja de tierra. El Colo Colo de Salah, DT del Cacique en ese tiempo, realizaba una gira por Portugal para poner en rodaje las nuevas figuras del plantel de cara a la segunda vuelta del torneo de ese año. Dentro de las figuras llamaba la atención un esmirriado delantero centro, que a primera vista parecía ser un paquete más, como tantos otros que han pasado por el generoso fútbol Chileno.

El "Polaco" en acción
Ricardo Mariano Dabrowski

El atacante en cuestión era el argentino Ricardo Mariano Dabrowski. De inmediato su nombre comenzó a dar que hablar entre los hinchas albos. Todo porque de entrada el «Polaco» se anotaba con un doblete en un amistoso ante el Vitoria de Guimaraes y, al llegar a Chile, debuta en las redes en el Sausalito de Viña del Mar, al anotar uno de los goles del triunfo por 2-1 el Everton de la ciudad jardín.

El flaco delantero albo, con su 1.92 mts. de estatura, era una preocupación constante para las defensas rivales. La contundencia en el juego aéreo le permitía disimular sus evidentes ripios técnicos. En el área era letal, siempre con doble o triple marca para evitar que cabeceara cómodo y marcara. Si no era gol, el rebote siempre encontraba a un compañero con espacio para sacar el remate. El Polaco era un tanque, cada vez que saltaba con dos o tres defensas rodeándolo, era común ver saltar a estos como si hubieran chocado con una pared de concreto. El polaco era de contextura delgada, pero “había que aguantarlo” como se dice hoy, ocupaba muy bien el cuerpo y se movía dentro del área con la comodidad del que se levanta en pijama los domingos en casa a leer el diario.

Pieza fundamental del mítico equipo del ´91 que le regaló a Colo Colo su primera (y no será la última) Copa Libertadores, nos regaló noches inolvidables defendiendo la tricota del popular. Como olvidar los goles convertidos al Nacional de Uruguay, en lo que fue el triunfo más holgado en casa conseguido en esa copa. Una rebelde lesión lo dejo fuera de la recta final de la copa, quedándose solamente con 5 goles convertidos para Colo Colo, compartiendo el título de goleador con su compañero de equipo Rubén Martínez.

Abandonó el Monumental a mediados de la campaña de 1992, no sin antes estar presente en Kobe, Japón para la obtención de la Recopa Sudamericana, partido que vio desde la banca, como suplente del “Tunga” Gonzalez y Héctor Adomaitis.

Su vuelta a los pastos de Macúl se dio al mando de la cabina técnica del Cacique en el año 2004, pero esa es una historia que no vale la pena recordar en estas líneas.

Gracias por tanto Polaco. Un Idolo que yo ví.

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