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Nacido de la cantera del modesto Campos de Batalla de la comuna de Maipú de la tercera división del fútbol chileno, y con solo 16 años, iniciaba su carrera uno de los goleadores más importantes en la historia del fútbol chileno y, por supuesto, de Colo Colo. Cuatro años después de su debut, y con una buena cantidad de goles en la tercera categoría del balompié criollo, seguiría su carrera en el Club de Deportes Cobresal.
En el elenco del desierto de la tercera región, marcó 158 goles en 6 temporadas, en donde conformó temibles duplas de ataque con Sergio Salgado e Iván Zamorano, con los cuales ganó el Torneo de Apertura el año 87, lo que permitió que el modesto club disputara la Copa Libertadores de América el año siguiente.
Dos años más tarde, el 89, consigue el trofeo de goleador del Campeonato Nacional con 25 dianas. El comienzo de la década de los 90 le abrieron las puertas del club de sus amores. En el verano del 90 lo recibe en el recinto de Macul su otrora compañero de ataque en Cobresal, Sergio Salgado. Para el goleador, el mítico peso de la camiseta alba simplemente no existió. Los 22 goles que marcó ese año le significaron por segundo año consecutivo el titulo de máximo artillero del campeonato. En la Libertadores de ese año jugo 7 partidos, marcando en solo 2 oportunidades.
Sin duda el gran año para el maipucino sería el 91. El campeonato nacional de ese año vio al artillero popular marcar en 23 ocasiones, lo que le permitió ganar por tercera vez consecutiva el premio de goleador del torneo. Sin embargo, el logro mayor de su carrera se fraguó el 5 de junio de ese año. Esa mítica noche el elenco del Cacique levantaba por vez primera (y única hasta hoy) la Copa Libertadores de América. En el máximo torneo continental de clubes, anoto en tres ocasiones, pero convirtió los goles más importantes de esa campaña y de su carrera. El 22 de mayo Colo Colo recibía al gigante Boca Juniors de Argentina, campeón vigente de la competición, el goleador se hizo presente en dos ocasiones, abriendo y cerrando el marcador ante los trasandinos. Sus goles antes los oro y cielo permitirían al club enfrentar una final en la que terminó levantando el trofeo.
El año 93 abandona el Cacique para seguir su carrera en tierras aztecas. El Santos Laguna fue su destino y el inicio de un largo peregrinar por distintos clubes mexicanos y chilenos, para colgar los botines en su querido Cobresal, equipo con el cual logro el ascenso del año 1998.
Los colocolinos supimos de su calidad y disfrutamos de sus goles. En las vitrinas del Monumental se exhiben las Copa Chile del 87 y 90. Los campeonatos Nacionales del 90 y 91. Y por supuesto la Libertadores y la Recopa del 91 y la Interamericana del 92. Todos títulos en los cuales el nacido en Maipú tiene una gran cuota de responsabilidad debido a sus goles, su calidad y ese amor que siempre mostró al vestir la camiseta alba.
Gracias por tanto. Rubén Martinez Muñoz. Un ídolo que yo ví.
