EL DIA QUE LA COPA SE MIRO Y SE TOCO


Miércoles, 5 de junio, eran las ocho en punto de una fría mañana. Todos los alumnos del colegio estábamos formados frente al escenario.
En aquellas épocas era costumbre formarse todos los lunes y cantar el himno nacional, pero hasta ese momento jamás nos habíamos formado un miércoles. Parado frente al micrófono el temible director del colegio, un cura Salesiano de cuyo nombre no me acuerdo.”Hoy estamos formados para pedir a Dios, para elevar una plegaría”, con estas dos simples frases el cura comenzaba su discurso y nosotros, alumnos de sexto, séptimo y octavo, nos preguntábamos si acaso había muerto alguien o algo extraordinario había pasado, “En el nombre del padre, del hijo…..” seguía solemnemente el religioso. “Señor, esta mañana queremos pedirte por Colo Colo…..” la ovación fue instantánea, se perdió la solemnidad de la ceremonia y surgió espontaneo el C-H-I…L-E….Colo Colo de Chile.

A las 11:00 de la mañana ya íbamos de regreso a nuestras casas. Santiago a esa hora era una vorágine de personas que buscaban terminar temprano sus trabajos para llegar lo más rápido posible a casa. El paisaje urbano era muy distinto al actual. La calle Estado todavía no se convertía en paseo peatonal. Las micros aún eran multicolores y mucha gente solía viajar «cómodamente» sobre la pasarela de las puertas. El metro contaba solo con las Líneas 1 (San Pablo – Escuela Militar) y 2 (Lo Ovalle – Cal y Canto).

Mi madre nos esperaba en casa con un plato de cazuela de vacuno, hecha especialmente para esperar el partido. Mi padre llegaba a las 16:00 hrs. con una bandera para mí y mis dos hermanos, debajo de la insignia de Colo Colo la leyenda “LA COPA SE MIRA Y SE TOCA”.

En las pantallas de nuestro televisor IRT de 21 pulgadas, la cara del Sapito, de Julito, de Carcuro y Foullioux venían a reemplazar a las caras del inefable Milton Millas y el no menos insoportable Hector Vega Onesime. La campaña del Cacique había sido transmitida íntegramente por Megavisión, sin embargo para la final se opto por una alianza entre canal 13 y canal 7, para poder cubrir la mayor parte del territorio nacional, porque Colo Colo es Chile, y desde Arica a Magallanes la gente quería ver el partido más importante en la historia del club más grande de Chile.

Colo-Colo-91-960x623

El partido fue fijado a las 20:30 hrs. En el living de mi casa solo se respiraba nerviosismo, que la Confederación Sudamericana nunca nos va a dejar salir campeones dice mi padre, por que el 73 fue lo mismo. Mi madre, que poco entiende de estas cosas pero que lo único que tiene claro es que es del Colo hasta la médula, le dice que se calle, que hoy sí se puede. A los doce minutos saltamos todos con el primer gol del Lucho Perez, ¿y ese quién es? Pregunta mi madre, Francisco Pérez le responde mi hermano chico, Lucho huevón le digo yo. Que importa el nombre dice mi viejo. El segundo gol nos hizo explotar de alegría. Increíble!, estábamos siendo campeones. Mi padre comenzaba a esbozar un argumento del tipo “cuidado que es Olimpia, el rey de copas, es una final, etc.”, cuando a los 29’ los paraguas se quedan con uno menos. Lo celebramos como si fuera un gol.

El tercero de Leonel Herrera, el hijo, desató la fiesta en el monumental, en mi casa, en el barrio y en el país entero. El rey de América era Colo Colo, el equipo de Jozic, de Morón, de Barticcioto, de Martinez, pero también de Chamaco, de David Arellano, de Caszely, pero por sobre todo el Colo Colo de mi padre, de mi abuelo, de mis hermanos y el mío.

CAMPEONES se gritaba en todo el país. Al fin decía mi padre, abrazado con sus tres hijos, con lágrimas en los ojos, lágrimas de felicidad, del sueño hecho realidad, de deshacerse de la bronca de finales perdidas en oscuras circunstancias.

Esa noche tenía solo 13 años, era un niño que pateaba una pelota de fútbol donde pudiera, siempre con la camiseta del indio en el pecho. Esa noche fue una de las más felices que recuerdo de mi niñez. Hoy, 24 años después, siento la misma pasión por la tricota alba, hoy y mañana serán otros los jugadores los que defiendan esta camiseta, porque la pasión por el Popular está más allá de los nombres de los futbolistas de turno. Sin embargo, para siempre quedaran en la historia los once Caciques que bajaron la estrella más preciada del firmamento albo, comandados por un técnico que vino desde los Balcanes para regalarle a la mitad más uno de Chile el título más importante que pueda lucir un equipo de futbol profesional en Chile.

 

GRACIAS POR EXISTIR COLO COLO.

 

Etiquetado: