EL FUEGO DEL CAMPEON | «Consejo de profesores»

Roberto Quintana Ramírez

Por Daniela Huerta.

Querido Entrenador:

Usted estará de acuerdo conmigo que las cartas hay que escribirlas a un destinatario con nombre y apellido. Desafortunadamente, las circunstancias actuales, sumadas a mi creencia firme en el ver para creer, me tienen aquí, escribiéndole más al cargo que a la persona. Espero que este detalle no le impida leerme.

Su cargo hoy tiene muchas similitudes con mi profesión. Yo soy profesora, y mi tarea diaria es hacer que mis alumnos logren ser mejores día a día. Usted, en estricto rigor, tiene la misma tarea.

Usted es ahora el entrenador del equipo más grande de Chile. Más le vale saberlo de antemano, la responsabilidad que usted tiene es tremenda. En sus manos está la ilusión de millones de colocolinos, y si hay algo que he aprendido en mi corta vida es que con la ilusión no se juega.

Permítame, entonces, compartir algunos consejos con usted que podrían ayudarlo a comenzar su nuevo proceso al mando del club más grande del país.

Usted es el director técnico de un plantel formado por una gama diversa de personas, creencias, formas de ver la vida. Diversas personalidades. Antes de pensar en esquemas tácticos, liderazgos y un largo etcétera, su deber número uno para que el equipo funcione dentro de la cancha es lograr que su grupo humano se conozca y logre convivir de forma armónica fuera de ella. Usted debe ser capaz de lograr que el grupo de almas que tiene a su cargo se una en pos de un objetivo común: la gloria del escudo al que defienden. Para esto, su liderazgo es esencial.

Preocúpese de conocer a sus jugadores, de sintonizar con sus formas de ver la vida. Hable con ellos, escúchelos, aprenda a verlos de verdad. Una vez que logre eso, va a poder sacarles el jugo dentro de la cancha porque va a saber de primera fuente lo mejor que cada uno tiene que ofrecer para la gloria del club. Su equipo, mi querido entrenador, va a tener mística. La mística es, de acuerdo al diccionario, la actividad espiritual que aspira a conseguir la unión del alma con lo divino por diversos medios. El amor a la camiseta. Y en el minuto en que todo se vea adverso, las fuerzas flaqueen y los desafíos que se vengan por delante se vean imposibles, usted va a querer tener a un grupo de jugadores que crea, en lo más profundo de su corazón, que NADA es imposible.

Mi deseo más profundo es que logre el éxito, para la gloria del club al que usted hoy pertenece.