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Hace unas cuantas semanas, Colo-Colo tenía 100% de rendimiento en el torneo nacional. Jugando bien, a veces jugando MUY bien y, a veces, manejando los partidos a su favor.
El futuro era bien alentador. Se contaba con una buena cuenta de ahorro que siempre viene bien cuando tienes gente al acecho.
Hoy, Colo-Colo perdió con San Marcos de Arica, un equipo que nos ganó porque tuvo ganas y además porque nosotros nos farreamos una cantidad de oportunidades en el primer tiempo simplemente vergonzosas. El esquema de Sierra, insistiendo con Vecchio y Suazo desde el inicio, también resultan, para muchos, cuestionables.
Pero lo que más me molesta de todo esto es la farra. La farra de haber perdido la ventaja. La farra de perder jugadores por irresponsabilidades (¿hasta cuándo nos seguiremos haciendo los tontos sobre la importancia del sustento sicológico en la alta competencia?). La farra de entrar en un estado de inestabilidad cuando hubiésemos podido, por fútbol y por ganas, ser infinitamente superiores a todos los equipos de la competencia.
Colo-Colo terminó el partido de hoy corriendo apenas. Rescato el ímpetu de Bryan Carvallo, que corrió con pierna fresca, es cierto, pero también infinitamente motivado por lograr el empate y, por qué no, ganar el partido (¡somos Colo-Colo! El que no entre con esas ganas a jugar, mejor que se vaya). Lo de Fierro hoy es tan discutible como insólito, como si nos sobraran jugadores. Su expulsión hoy repercutió en el temprano agotamiento de un equipo donde se sabe que varios no son capaces de correr hasta las últimas. Y así, con un miserable gol, perdimos un partido con un rival discreto y el estadio virtualmente lleno.
Colo-Colo debe reordenar la cabeza y el juego. Pero lo más importante, debe preguntarse qué está dispuesto a hacer para ganar este campeonato y HACERLO. La puerta sigue abierta.
Donde no llegan tus circunstancias, llegan tus huevos.
Foto gentileza de www.prensafutbol.cl
