MARCELO FABIAN ESPINA
por Guillermo Castro.
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Apodado el calamar, por sus orígenes en el Platense argentino, llegó a vestir la casaca del “Popular” a comienzos de la temporada 1995, era otra época, donde los fichajes altisonantes llegaban de forma continua a nuestras canchas. El cabezón llegó a Colo Colo como seleccionado argentino, llegando incluso a calzarse la jineta de capitán de la albiceleste. Dueño de una voz ronca y un don de mando, ambas condiciones que le permitieron convertirse en el pantrón y absoluto dueño del mediocampo albo.
Inconfundible era su forma de entrar a la cancha, siempre con el pie derecho y dando tres saltitos, a la cabeza de un plantel rico en jugadores e inteligente para jugar. El equipo era sabiamente administrado en el mediocampo por el calamar (por su origen en platense), su voz era inconfundible dentro de la cancha, incluso un espectador en la galería Magallanes, podía escuchar las órdenes que impartía el capitán en la cancha.
“La 8” pasó a convertirse en un símbolo de ese equipo, los rivales sabían que el Popular comenzaba con un plus teniendo a Espina en la cancha, muchos lo tildaban de insoportable dentro del rectángulo de césped, incluso habían quienes le acusaban de influir en los árbitros, por esa única costumbre de “irlos conversando” en pleno partido y que los adversarios veían esto como una forma de obtener ventajas e influir en los hombres de negro, no en Will Smith ni en Tommy Lee Jones, sino en los que imparten justicia dentro de una cancha de fútbol.
Inolvidable fue la semifinal de la copa Chile (cuando se jugaba en serio) del año 1996, que enfrentaba a Colo Colo con su archirrival. Fue una llave dura, friccionada, la ida en el monumental terminó con Fernando Vergara y Sergio Vargas, enredados en la red del arco sur, luego de enfrentarse a puños. El eterno llegaba a la vuelta al Nacional con la desventaja del 3-2 que consiguió la U en el monumental. El hueso puso el primero de penal, igualando la serie. Entrado el segundo tiempo, una falta sobre Basay propicia un tiro libre cerca del costado del área grande del arco norte. El 8 se pone frente a la pelota, amaga a buscar el centro y se despacha un tiro que se cuela en el arco de Aníbal Pinto. Gol del Cacique, clasificación a la final de la copa y eliminación del archirrival, quizá todo eso se vino a la mente del Cabezón cuando se sacó la camiseta, la puso en el banderín del córner, lo desprendió y comenzó una loca carrera a celebrar con la “Garra Blanca”, la imagen de la celebración de ese gol quedo grabada a fuego en el recuerdo de todos los colocolinos, al año siguiente Victor Hugo Castañeda quiso imitar la celebración, pero para su mala suerte, su equipo solo obtuvo un empate, por lo que la celebración no tuvo la relevancia de la de Marcelo Fabián.
El 12 de Noviembre de 2014, bajo una torrencial lluvia el capitán reunió a sus dos amores en el futbol. Platense y Colo Colo le decían adiós a un extraordinario jugador de futbol, pero para los que llevamos tatuado al indio en la piel, ese día despedimos a un Argentino que hizo vibrar al pueblo Albo de Arica a Magallanes.
Gracias Marcelo Fabián Espina, un ídolo que yo Ví.